jueves, 11 de noviembre de 2010

Pequeñas historias III

¡Tres euros a la hora! Aquello era un robo. ¿Cómo podía trabajar de sol a sol, recogiendo fresas, por ese dinero?. El espinazo doblado, notando como el sudor te comía por la cara y te empapaba todo. Recogiendo los frutos sin parar, llenando los cestos junto con otros como él.


¡Qué se queden con su dinero! Malditos sean. Venir hasta aquí para eso. Y esto es el paraíso europeo. ¿Cómo volver ahora?, reconociendo el fracaso y la mentira. Además si mandas 20 ó 30 euros arreglas la comida del mes en la casa de allí.
Se traga la rabia, se muerde los labios. Mira fijamente al capataz y acepta otra vez las putas condiciones.


¿Estarías dispuestos a trabajar así por los vuestros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario