martes, 9 de noviembre de 2010

Pequeñas historias I

Sigo empeñado en cambiar esta sociedad, y para ello les voy a contar tres breves historias, que espero les hagan reflexionar.

García estaba tumbado en la hamaca frente a la piscina. Aquel hotel de Marrakech estaba bien, tenía todos los servicios y un buen nivel de calidad. El único problema era la servidumbre: aquellos malditos moros, que te miraban de forma atravesada, con mala idea. Estaba harto de ellos. No sólo se los encontraba en Madrid, si no que ahora todos los trabajadores eran marroquíes. ¡Claro!, si estaba en Marruecos, cómo no iba a ser así. Miraba al mayordomo, al socorrista y a otros y no le agradaban sus caras, no le gustaba nada de ellos; pero a caballo regalado no se le mira el diente; por poco dinero, en una estancia promocional, disfrutabas de aquellas instalaciones durante una semana.


Hacía calor. Se levantó y se tiró a la piscina. ¡Dios santo!. Cubría. García recordó demasiado tarde que no sabia nadar. Braceó y se hundió; abría la boca y el agua le entraba a borbotones. Se ahogaba.

Ahmed insufló aire una y otra vez en la boca del turista español, mientras friccionaba con vigor el pecho. El huésped volvió en sí, expulsando el agua. Miraba al socorrista alelado, sólo era consciente de que le había salvado la vida. Con otra mirada distinta vio a aquella gente. Estaba vivo gracias a ellos.


¿Qué opináis  de García?

1 comentario:

  1. ¡Hola Manny!

    Me ha gustado mucho tu historia. Es un cuento que hace pensar... ¿cuántas veces hemos podido actuar de esa manera, discriminando a alguna persona sólo por ser un poco diferente a nosotros? Debemos cambiar esa mentalidad y atravesar de una vez por todas las barreras que, día a día, los prejuicios construyen en nuestra vida. Un abrazo. Danilo.

    ResponderEliminar